lunes, 26 de mayo de 2008

Pequeños inconvenientes...

Estas semanas han estado puntuadas por los más imprevistos y sorprendentes cambios de clima, cambios que pueden asaltar a cualquier desprevenido traseúnte en las más variadas situaciones. También han estado marcadas por la notable irritación que ha mellado mis dudosas capacidades. Hace días quiero dejar por escrito el final del extravagante caso que ha concentrado mi atención durante los últimos meses. Sin embargo, mientras pasan los días, me parece estar falsificando los sucesos, y además me parece haber disminuido ideas: al momento de anotarlas no son sino pálidas sombras de lo que una vez pensé, o tal vez siempre hayan sido esas insípidas frases carentes de ingenio. Cada vez que quiero continuar me detengo abismado ante lo que considero una clara tergiversación (a lo que Marlowe apenas repara por estar concretado en otros asuntos que expondré a continuación). Ya he borrado muchos comienzos, he tratado dejar que el cuento se narre en el tiempo adecuado (aunque no sepa muy bien qué significa esto), pero no deja de irritarme el no poder llevar a cabo mi narración el día que tenía en mente.
Entretanto Marlowe ha pasado por un periodo de angustía "vital" que se ha ahogando en el aburrimiento y en un peculiar (y raro en él) entusiasmo, ahora (y bajo el influjo de personas o libros desconocidos) se dedica de tiempo casi completo a resolver juegos de palabras, a dar respuesta a los fáciles acertijos que publican los periódicos. Se le va radiante, lleno de una energía vital que muchos dudamos que llegase a tener. Todos lo felicitan, incluso Liliana alabó su rozagante semblante y su nuevo corte de cabello (cortísimo). Cuando le pregunté sobre sus actividades se torna sombrío, dice que prefiere no hablar sobre ello; en todo caso me enteré de que escribe un libro de relatos que se centra en el influjo (nefando o no) de las mujeres de los escritores sobre estos. El centro parece ser que de no ser por ellas la literatura del mundo definitivamente no sería igual.
Por lo demás estas semanas, además de conversar sobre las usualmente lamentables coyunturas (qué notable exageración es usar así esta palabra) de lugar donde vivimos. Asimismo hemos dedicado las noches a algunos juegos que no tienen otro fin que el de divertir (o eso presume él).
Mientras tanto sigo tratando de concluir una historia que un día pensé definitiva, aguardo mirando la ventana mojada en uno de los más fríos de los que tenga memoria (no sobra anotar que no tengo mucha).

No hay comentarios: