domingo, 13 de enero de 2008

Problemas Semánticos en la Oficina


En las dos últimas semanas he estado saliendo más temprano para verme con Liliana cerca de las antiguas vías del tren. Estas ausencias han agobiado a Marlowe al punto de que durante la última semana Marlowe me impidió la entrada a la oficina. Se parapetó en ella para tratar de resolver algunos problemas de la defensa Alekhine y de la defensa siciliana. A pesar de mis ruegos no cejó en estos días; escribió como si fuera a morir dentro de poco, escribió lo que dio por titular "Aventuras apostilladas". Evidentemente esto fue motivo de discusión, en primer lugar porque al hojearlas me parecían que el título no tenía sentido, aún siendo aventuras comentadas, qué diablos podía ser una aventura apostillada. La molestia de Marlowe se hizo evidente, y aunque no tuviera ningún argumento para defender su título no quiso cambiar de idea ese día. Salió presuroso con destino incierto (seguramente a algún lugar donde se pudiera beber whisky). Liliana llegó unos momentos después a la oficina, la observó superficialmente con un dejo de repugnancia. Me pidió que le dejera cambiar el decorado, necesitaba según sus palabras un toque femenino que eliminara ese ambiente opresivo y mustio. Entonces fue Troya. Le pedí que me explicara que quería decir con mustio, palabra que en ese momento confundía con silencioso; ella me dijo entonces que la oficina se veía muy seca y desabrida. No pudimos ponernos de acuerdo sobre lo que significaba mustio, ni pude entender con claridad a qué se refería exactamente. La discusión continúo durante la tarde hasta que tuvimos que ver en el diccionario:

mustio, tia.

(Quizá del lat. vulg. *mustĭdus, viscoso, húmedo).

1. adj. Dicho especialmente de una planta, de una flor o de una hoja: Lánguida, marchita.

2. adj. Melancólico, triste.


Evidentemente estábamos equivocados, pero ella tenía algo más de razón después de todo. Al día siguiente Marlowe estaba ayudando amablemente a Liliana a cambiar de sitio los muebles, a traer algunas materas, accediendo a todo con una eterna sonrisa en la cara. No me lo acababa de creer. Incluso Marlowe aceptó la sugerencia que le había hecho para que simplemente titulara a sus escritos: "Aventuras comentadas". Finalmente les ayudé mientras Liliana desplegaba sus dotes de mando sobre nuestros atentos oídos. Ahora cuando releo lo escrito en la presente entrada me parece más conveniente incluso aquello que decía Liliana, sobre esta extraña aventura era mejor hacer mutis.

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