Valène anhelaba a veces cataclismos y tempestades, huracanes que arrastraran la casa entera como una brizna de paja y descubrieran a sus habitantes náufragos las maravillas infinitas del sistema solas; (...).
Pero no había nada de eso. Sólo aquellas dispustas sórdidas por cuestiones de palanganas o de fregaderos. Y, detrás de aquella puerta cerrada para siempre, el tedio mórbido de aquella venganza lenta, aquel caso terrible de monomaníacos chocos repitiendo machaconamente sus historias fingidas y sus trampas miserables.
-La vida instrucciones de uso
Georges Perec
Georges Perec
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