domingo, 30 de diciembre de 2007

El Rídiculo del Año va para...

En esta temporada en que todos hacen balances(más o menos (des)afortunados), en que sacan listas sobre lo que consideran mejor y peor; nosotros hemos decidido mejor resaltar un acontencimiento entre los muchos (y la mayoría de un cariz no muy positivo) que nos trajo el 2007. Podríamos (como lo hemos hecho) escribir pestes y anatemas sobre el sucio negocio de la política, que da para tanto contubernio e infamia en este país. Pero nos parece mejor escribir sobre (el a ratos tenebreso) mundo cultural.
Por consiguiente nos proponemos definir el que nuestras palabras es: El acto más ridículo del año. Este año el protagonista es el Sr. Fernando Vallejo, un muy buen escritor y un pésimo crítico literario (en nuestra humilde opinión).
Aunque debemos admitir que de vez en cuando escuchar a Vallejo no deja de ser divertido (y acaso lúcido), este año su actuar histérico llegó a cotas inimaginables. Para dejarnos de circunloquios el caso es el siguiente:

El Sr. Vallejo a eso de mitad de año decide proclamar su renuncia a la ciudadanía colombiana, por distintos motivos entre ellos, el recibir la nacionalidad mexicana, también porque considera que Colombia es un país sembrado de bellacos, y finalmente porque algunos de esos criminales han echado al traste los planes que el joven Vallejo alguna vez tuvo. Hasta ahí la comedia va bien, quizá con más alaridos de los necesarios, quizá con ese dejo que tienen algunas operetas bastante mediocres, o que debieron tener los primeros melodramas al ser vomitados al mundo. La historia se tuerce después, unos meses más tarde, de repente Vallejo vuelve a Colombia, y de repente Vallejo es el hijo pródigo de la parábola (no queremos imaginar quién sera entonces el padre de la, en nuestra opinión, huérfana Colombia). Vallejo se retracta, dice que volverá a ser colombiano, y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Si bien hemos estado de acuerdo con Vallejo en distintas oportunidades: como por ejemplo sobre esa ridícula carta de protesta contra España que tiempo después fue incumplida por sus mismos firmantes.
Mas en este particular caso hay que medir a Vallejo por su misma medida. No hacía falta tanto espectáculo, si iba a volver con el rabo entre las piernas, para qué ladrar a los 4 vientos, y en el tono más huracanado. Acaso es cierta esa suposición sobre la necesidad de un escándalo para vender a la avejentada puta de Babilonia (y de paso sea dicho: un libro completamente innecesario, la Iglesia se desprestigia sola defendiendo a sus sacerdotes pedófilos (ojo que este argumento es el mismo que Sr. Vallejo usó para decir que no escribía sobre Freud, es decir que no lo hacía porque resulta totalmente inocuo y sinsentido)).
Esperamos que las figuras del mundo "cultural" se dejen de tanta verborrea, de tanto espectáculo barato, y hagan lo que mejor saben hacer.
No obstante, sabemos que nada se puede hacer, que este mundo sin remedio se conduce hacia el abismo. O quizá no, quizá exista la esperanza de que hayan días mejores (o buena literatura nada más, lo que al menos ya es algo).

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