lunes, 10 de diciembre de 2007

Primera Enciclopedia de Variedades de Lectores (2)

Todavía sintiendo la misma inquietud que le había embargado durante todo el día pero con cierto placer empezó a acomodarse para el viaje. Abrió con sus manos pequeñas y ágiles el saquito rojo, sacó un almohadón que se puso en las rodillas y, envolviéndose las piernas con la manta, se arrellanó cómodamente. Le pidió a Aniuska la linternita que sujetó en el brazo de la butaca y sacó de su bolso un cortapapeles y una novela inglesa. (...)
Anna empezó a leer y a entender lo que leía. La doncella dormitaba ya, Anna leía pero no le agradaba leer, le molestaba seguir las sombras de la vida de otras personas, tenía demasiado deseo se vivir ella misma. Si leía que la protagonista de la novela cuidaba a un enfermo, sentía deseos de andar con pasos silenciosos en la habitación de un enfermo. Si Lady Mailing había cabalgado tras la jauría, exacerbando a su nuera y asombrando a todos con su audacia, también Anna deseaba hacer lo mismo.

-Anna Karenina
León Tolstoi

(Tomado de El último lector de Ricardo Piglia)

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