domingo, 20 de abril de 2008

El extraño caso de los mensajes repetidos (3)


Y me había detenido en la prometida declaración de Marlowe. Sin embargo, él se demoró en empezar, se levantó tarareando canciones para mí desconocidas, observó las calles y con suma tranquilidad se paseó por la oficina. Un tanto ofendido iba a irme cuando Marlowe por fin dio inicio a sus suposiciones, creía que Dr. Grudenas era el mismo del que hacía un tiempo había leído un folletín sobre unos chinos de un tiempo indeterminado, el folletín lo firmaba un tal Doc. Sedición. Marlowe ya en el bar había barruntado la idea, y si sumábamos a esta la muerte de Inze el caso empezaría a conducirnos claramente en un patrón. Luego bebió en silencio un par de vasos de whisky. Entretanto yo había quedado algo confudido porque si bien era perfectamente lógico lo que afirmaba Marlowe, en realidad no descubría nada distinto de lo que ya Inze nos había alertado. Cuando estaba a punto de retomar su discurso el telefóno sono. Ante el estupor dejó que respondiera (desde la muerte de Inze Marlowe me prohibía contestar); una llamada sumida en la interferencia dejaba entreoír la voz de Daisy, decía que andaba en el centro y que pronto pasaría a la oficina. Sin darme tiempo para responder, colgó. Obviamente la noticia hizo que Marlowe se estremeciera, se echara agua en la cara e incluso que se afeitara.

*

Veinte minutos después de la llamada alguien golpeaba la puerta: un hombre alto y delgado. Llevaba ropa que uno se vería tentado a decir que eran de un estudiante, aunque el hombre ya frisaba los cincuenta. Se presentó como Rick Mirin, ambientador de películas de horror y de cine independiente con no mucha frecuencia, director de arte de películas porno de cuando en cuando, decorador de interiores para las clases emergentes las más de las veces. Marlowe un tanto decepcionado buscó la botella en el escritorio y se encerró en el baño. Avergonzado, invité al nuevo cliente a sentarse. Rick luego de mirar con espanto la oficina deslizó un sobre debajo de mis manos. El sobre contenía cartas del mismo formato que recibieron el Dr e Inze, sin embargo estas se enmarcaban en margenes que parecían dibujadas por una niña. Leí algunas: "Su compañero había desaparecido y desde el bosque, como un gran coro fúnebre cantando en sordina, ascendía la balada que cantaba el leproso.", "También el mundo está naufragando, pero ellos no parecen darse cuenta.", "¿Estoy muerto?, preguntó a S... No, dijo S... , sólo estás durmiendo..."
Rick me observaba atento, metí las cartas en el sobre mientras decía: "Sí, son citas de Tabucchi. Susana es una fanática ferviente, pero ahora no me quiere dejar en paz..." Así me contó como desde su separación Susana se manifestaba de una u otra manera haciendo imposible olvidar el pasado, haciéndolo recordar de un modo aún más intenso que los bizcochos, claro que decía que los bizcochos que hacían antes eran mejores, ésos eran capaces de invocar recuerdos de un modo que parecieran interminables. Lo que quería era que hiciésemos algo para mantener a raya a Susana, de tal manera que podíamos violar algunas reglas sin hacerle daño por supuesto, afirmó. Le dije que nuestra oficina trabajamos de acuerdo a la ley. Me interrumpió levantándose de un salto, por un momento pensé que Rick se abalanzaría sobre mí, pero se detuvo como si se hubiese quedado dormido. Marlowe salió azorado por el ruido que Rick había producido, lo miró de reojo y tomó el sobre que aún descansaba bajo mis manos. Luego de una lectura detenida dijo: "Otro más...", asentí con la cabeza mientras Marlowe me explicaba que él pensaba que quienquiera que fuera el asesino, él no operaba solo, supuso que tal vez el asesino mataba por alguna enfermedad mental, pero me dijo que detrás de él había mucho más de lo que pudiésemos imaginar.

*

Tras un tiempo indeterminado Rick volvió en sí como si nada, empezó a hablar sin detenerse, a decir que desde hacía un tiempo él no sólo se dedicaba a la decoración sino que de vez en cuando escribía libros, largos o pequeños, libros que compartía en las distintas filmaciones en que participaba, textos que podían servir como bromas privadas o como artefactos que asombrara a cultos incautos; aunque él siempre escribía muy en serio, dijo. Todo este extenso monólogo lo dirigió al aire, hacía rato que yo estaba en la ventana del otro costado de la habitación, meditando junto a Marlowe sobre lo que debieramos hacer. Al no verme se asustó, inspeccionó el cuarto y finalmente se dirigió hacia nosotros. Tratando de volver a su cuento afirmó que desde hacía tiempo la literatura estaba completamente ligada al asesinato, por no decir que el crimen podía llegar a ser uno de sus derivados, como debíamos saber (ninguno de los siquiera lo intuía). Entonces Marlowe detuvo su alocado soliloquio y le dijo que estaba en verdadero peligro, trató de sacarle de la cabeza la idea de las amenazas de Susana. Tal vez fue en ese punto cuando Liliana entró a la oficina cargada de un cuaderno de dibujos en que nos ofrecía unos cambios de decoración para la oficina. Rick al verlos no pudo no entrometerse y empezó a hacer recomendaciones que Liliana y Marlowe se maravillaron de oír. Duraron tanto tiempo dedicando a sus estéticas discusiones que tuve que salir, en la escalera me crucé con Daisy que fingió no verme. Sin detenerme me dirigí a la tienda más cercana.

*

Mientras tomaba café y fumaba entró Arevalo acompañado con un amigo que no conocía: Carlos Bolde. Era un sujeto flaco, algo jibado, de pelo desordenado y mirada esquiva; sonreía de vez en cuando sin razón y cada tanto parpadeaba de forma exagerada para esconder un tic. Arevalo me lo presentó como el gran "planeador" (sus palabras) del nuevo cine, dijo que él sabía realmente de cine y de literatura, y me invitó a una tertulia que tendría la participación de la ya mentada pelirroja (y por tanto declaraba que de una manera u otra la tertulia iba tener claros atributos). Luego la conversación derivó en una confusa mezcla de temas entre los que desfilaron: los pagos que tenían que hacer los tenderos a mafiosos o a grupos armados (que están unidos con unos u otros mafiosos), sobre el sexo bajo la influencia de las drogas, sobre mujeres y sobre cine. A pesar de mis reticencias pude notar que Bolde sabía de literatura, y aunque teníamos criterios muy distintos, se podía conversar de una manera prolongada e, por qué no decirlo ahora, interesante. De repente salió a colación el nombre de Bilfa, comenté la cuestión de los asesinatos, Bolde me dijo que Bilfa estaba muy en contacto con la producción de películas porno. Ese dato fue toda una revelación. Me disculpé con Arevalo y le prometí que un día asistiría a sus tertulias, me despedí y me dirigí a la oficina.

*

Sobre el escritorio Liliana y Rick discutían diseños de vestidos para mujer. Cuando salí hubo un pequeño (e insignificante) pandemónium: Daisy al ver a Liliana creyó que Marlowe le engañaba. Abandanó la oficina al instante gritando improperios, agotando sus lágrimas, ahogándose en su rabia. Marlowe sin pensarlo dos veces salió tras ella, desde entonces no sabía nada de ese par. Nomás entrar y enterarme de ese pequeño burdo melodrama alguien llamó a Rick, éste se volvió y reconoció a su interlocutor, no alcancé a darme la espalda cuando Rick caía sobre el escritorio, una bala le había roto la garganta de la que colgaban sus venas y de la que salió un prologando y estridente sonido que era lo único que ya el moribundo cuerpo de Rick podía decir. Me volví y apenas pude entrever la chaqueta negra y la cabellera larga de un hombre alto. Lo seguí corriendo por toda la escalera pero resbalé al llegar a la entrada y caí de bruces sobre un atildado payaso que invitaba a comer un corriente almuerzo o una dudosa especialidad de "la casa".

*

Ya por la noche volvió Marlowe. Estábamos aturdidos, cansados. Liliana no se había podido recuperar y aún no podía articular palabra. A Marlowe le preocupaba que ahora la insidiosa (y poco eficiente) fuerza pública metería más sus narices en el caso. Ese día lo mejor que podíamos hacer era esperar a la noche, y ese fue el final de ese día, pero no de este caso que continuará de manera harto sorprendente.

2 comentarios:

Longinus (Ceniciento) dijo...

He caído muchas veces, me he revolcado entre sábanas rotas dibujadas con recuerdos, he olvidado los susurros de ocasos de madrugadas que me han despertado entre abrazos, me he acostado con los círculos de mis miedos, me he arrastrado hasta el fondo de una copa, he temblado en medio de espigas de silencios, he cerrado los ojos en mi cuerpo dejando que los desnudos de unos gritos tropezaran con las horas de un calendario mudo. Pero la frágil sonrisa de unas sombras se ha agarrado a mis manos y he conseguido atrapar el columpio que se balanceaba en el vacío.
Algunos critican mi porte, mi estampa, mi escandalosa forma de escupirle al cielo… Dicen que no me quiero, que no me cuido, que he olvidado el afán que me animaba. Se empeñan en ver el vaso medio vacío. Y yo, que lo sé vacío, lo veo lleno. No me arrastro por falta de tesón… Que es a fuerza de tesón como consigo llenar cada mañana un día nuevo. No me da para volar… No me da para ir corriendo… A veces solo tengo para arrastrar mis pies muy despacito y pisotear la tristeza y darle una patada en las posaderas al desaliento. A veces, critican mi forma de vivir, sin importarles ni un carajo la forma en que me muero.
Tengo madrugadas con resacas, y atardeceres sin belleza porque las robo un mal día. A veces llevamos los labios secos de besos y el alma arrastrando como viejo harapo por sinuosos caminos llenos de niebla con los ojos tan abiertos que nos quedamos sin parpados..... A veces, buscamos entre las blancas sabanas calor pero algun Dios desertó y nos abandonó.
Se me queja la luna del espejo. Me dice que se encuentra muy sola, que sólo me miro cinco minutos en ella que no la limpio despues lavarme la cara que le salpíco el agua del grifo y se queda llena de mascarones blanquecinos. Todos dias igual ;que si le saco la lengua ;que si mi atractivo mengua por no dedicarle más tiempo.
¡Tiene una mala uva!
Y claro... se venga de mi la muy...
Cada día me muestra nuevas arrugas y me dice que de parecerme a Harrison Ford, ¡nastis! Lo dice para joderme porque soy igualito que él y hasta tuve una novia muy delgadita cómo la Calista Flockhart que me dejó por un actor. Antes me sonreía y mostraba una imagen de mi, joven y musculosa; pero la verdad és que le dedicaba más tiempo. Me pegaba horas en el cuarto de baño mirándola y ella me mostraba todos los puntos negros de mi naríz; un cabello largo, claro entrecano y fuerte, unos ojos grandes y no muy expresivos y una piel tersa perfectamente tensada sobre mi rostro.
A pesar de lo borde que es, me da pena. Cómo hoy es viernes y voy a salir un rato, subiré a ducharme y de paso le echaré un vistazo indiferente. Seguro que sigue dispuesta a desmoralizarme y me enseñará un pelo blanco y escaso; unos ojillos hundidos sin contraste de pestañas pobladas y oscuras, unos carrillos caidos y de los labios... para qué hablar, seguro que los veo resecos y delgados. Nada qué no cambia. Pero a mi me da igual...Seguiré sin hacerle ni puto caso.
Yo le dedico cinco minutos y treinta y un segundos coma dos décimas.
La verdad es que no me dice demasiado de mi mismo, siempre está empeñado en mandarme a pasados más gloriosos, mas yo insisto en quedarme en la gloria del presente... no sé si seré por ello glorificado, tampoco importa demasido.
El otro día sin más estaba allí la madre de todas las cenicientas del planeta "K", me dijo que no, que yo no era la bella del cuento.
Y, te diré, tampoco me importó. Me afeité me repeiné me vestí y véte tú a saber donde estoy ahora...
Te digo esto, porque aunque todo eso es verdad, también pasamos a planos y marcos diferentes y reimos y nuestras madrugadas estan llenas de besos y los atardeceres son tan bellos que te hieren los ojos y nuestras almas estan tan serenas tienen tanta paz, que terminas por olvidar todo lo malo.
Saludos Nister Marlowe,

MrMarlowe dijo...

Marlowe me dice que sinceramente querría ver esos atardeceres, que a veces le gustaría olvidarse del estereotipo que es. Pero eso se llama ficción, luego de me dice. Y de eso sólo le queda el espejo. Yo no creo que sea tan dramático en realidad, pero a los borrachos es mejor no llevarles la contraria.

Un Saludo (de su agradecido amanuense).