Con el usual retraso con que se suele dar bienvenida a algunas películas, llega por una breve temporada Caché (traducida al español como Escondido), la magnífica película de Michael Haneke.
Debemos confesar que Haneke nunca ha sido santo de nuestra devoción, y que a pesar de reconocer algunas de sus virtudes, nos era más bien ajeno. Sin embargo después de ver Caché nuestra percepción ha dado un giro hacia el elogio desmedido y casi fanático (lo que no deja de ser bastante criticable).
Pero vamos por orden, esta es un reseña (o un intento de reseña, algo así como un esbozo de sueño, o de pesadilla; según le parezca al lector) en 4 partes:
1. La Trama
Georges, Anne y Pierrot son felices (o eso suponemos porque tienen dinero, casa, un empleo ajustado a sus intereses, comodidades, etc; todo aquello que resume esa curiosa e inexplicable expresión: vida plena). De pronto empiezan a llegar videos a su casa, videos que no tienen nada de extraordinario en los que se ve su propia casa. Georges y Anne (marido y mujer) suponen que los espían, comienzan a temer, a sentirse amenazados. No transcurre mucho tiempo cuando los videos son acompañados de dibujos infantiles (que le recuerdan a Georges un incidente de infancia con Majid, un niño argelino).
Entonces nada es claro, excepto que la familia ya no es tan feliz, que la familia (o mejor sería puntuar Georges y Anne, porque Pierrot como hijo de la casa, nunca conoce mucho del asunto) está atemorizada. En consecuencia la vida plena se resquebraja, y mientras se hace pedazos conocemos un poco más del motivo. Efectivamente todo parece indicar que Majid, el que fue niño argelino, y que cayó en desgracia por gracia de Georges, se encuentra tras todo el asunto. No obstante, esta cinta no es sobre las certezas, sino sobre supuestos amenazadores; aún cuando todo parezca finalizar con el suicidio (lamentamos haber desenrollado el exiguo hilo de Caché, aunque por el modo en que se desarrolla la cinta no hemos develado ninguna sorpresa en realidad) de Majid como corolario a sus supuestas provocaciones, lo que hemos visto es el horror que parece vivir bajo la superficie de las anheladas existencia de la media de personas de nuestra sociedad. Pero películas como Caché nunca terminan.
2. El Estilo
Haneke, de más está decirlo en la mitad de esta reseña, es un provocador. Su estilo es lento (lo que para muchos espectadores, lamentablemente, es sinónimo de malo), por medio de planos fijos va dando paso a la expresa incomodidad que quiere generar. De hecho Haneke desarrolla sus secuencias de modo que en principio los planos de los videos-amenazas sean indiferenciables de los que el espectador entiende como la película como tal. Algunos han criticado esa tendencia de Haneke de querer molestar a su público, con lo que demuestran que como observadores no son muy perspicaces; ya que en Caché eso sencillamente es evidente.
Otro punto a señalar son los encuadres que escoge Haneke. Para los videos-amenazas en aparencia no hay composición fotográfica, las imágenes no parecen tratar de puntuar sobre ningún lugar u objeto en especial (de ahí el tedio de muchos espectadores). Ahora bien, los encuadres que Haneke usa para contar el resto de su historia mantienen cierto distanciamento, y aún cuando utiliza el lenguaje cinematográfico corriente, Haneke se las arregla para que estas imágenes queden a medio camino entre las de sus videos-amenazas y las del cine corriente. La narración por momentos parece ocurrir sin que llegue a concretarse en parte por eso, porque Haneke a pesar de filmar su historia no parece muy preocupado por lo que está sucediendo.
Para terminar este apartado señalaremos dos puntos:
A. Una secuencia ejemplar en que Haneke por medio de los encuadres produce tensión: el momento en que Georges sale a la calle tras observar el primer video-amenaza. Georges trata de divisar una cámara. Los planos que usa Haneke siendo diferentes de el plano del video, mantienen rasgos bastante similares con los de los video-amenaza, como si quien amenaza estuviese a filmando a Georges salir a la calle para encontrar su cámara.
B. Los videos-amenazas son imágenes que como se anoto anteriormente, prácticamente no tienen composición. Ello es un diferencia enorme con la idea de imagen que reality-shows, tv real y todos sus sucédaneos presenta; esas imágenes usualmente tienden a enfatizar en algún lugar u objetos. Incluso las imágenes de las cámaras de los bancos parecen tener un objetivo más claro. Lo incómodo del video-amenaza es que parece no tener un objetivo. Esta reflexión también nos lleva a pensar sobre el asunto de que hemos sido tan acostumbrados a mirar de una manera, que al ver otro tipo de imágenes es como si no viéramos nada en realidad.
3. La Culpa
Las mayores reseñas sobre Caché se han centrado en este punto. Por supuesto es importante. La sociedad se construye sobre una base injusta y arbitraria, no son los mejores y más fuertes los que siempre prevalecen, a veces son simplemente los que tienen más suerte. Georges acabó con la vida de otra persona (Majid), nunca lo ha considera un problema, pero tampoco hay que simplificar el asunto: Haneke no hace de Majid simplemente una víctima, y de Georges un vulgar culpable; sin embargo ambos lo son. Aquí también se puede resaltar que esta no es la única culpa que muestra la cinta, y que tal parece la culpa es solamente tal después de un tiempo, sólo tras alguna reflexión las personas pueden llegar a sentirse culpables (si alguna vez llegan a sentirse así).
4. El Cine
Es curioso que no hayamos encontrado ninguna relación sobre este punto. Nos parece el más importante de todos, porque a su manera Caché es una película sobre el cine. Si bien no estamos ante el reitarado decorado (unas veces con fortuna, otras no tanto) del cine dentro del cine; Haneke se permite una reflexión sobre el cine, o mejor sobre los medios audiovisuales:
Primero, el cine es un fenómeno que viola la intimidad. Imaginar que todas las situaciones que vivimos, que cada acto así sea este el más banal, o que inclusive con esos objetos y pertenencias con las que estamos unidos; resulta, en sana lógica, perturbador. Ahora bien, el cine usualmente se construye sobre un punto de vista ajeno a la situación, si en una habitación dos personas conversan, el cine sería un tercer punto de vista (aunque propiamente la cámara puede ser el tercer, cuarto, etc, puntos de vista) por el medio que se registra lo que ocurre. El cine supone una interferencia de alguien ajeno (o familiar) para filmar la acción.
Segundo, el hecho de ser filmado trastorna el comportamiento del filmado (si el filmado tiene conciencia de serlo). Esta frase, en apariencia obvia, resulta fundamental a la hora de entender que ante lo que se suele ver registrado como la realidad, no es la realidad lo que se mira usualmente, sino el teatro de intereses de los filmados. Si esta grabación se realiza y el filmado no tiene seguridad de cuándo y dónde lo graban; su comportamiento se altera permanentemente, su existencia parece entonces empezar a girar no sobre su propia vida, sino sobre lo que es el registro que supone los medios audiovisuales. En Caché el comportamiento se altera para descubrir quién está filmando la feliz familia, sus intenciones con la grabación. Estos personajes no pueden seguir viviendo si alguien los está grabando.
Tercero, los medios audiovisuales son aceptados en la medida en que reconocemos en ellos un objetivo. Los videos-amenazas atemorizan a esta familia de una manera tan honda, no sólo porque suponga la amenaza de alguien, sino también porque su fin es vago, porque tras ellos no se ve claramente qué se desea. En el sentido contrario, el trabajo de Georges como presentador de un programa sobre literatura es complemente aceptable. Este punto nos sugiere quizá el punto más perturbador de la cinta, el hecho que no queramos ser filmados en nuestra intimidad para que nos muestren cómo actuamos, al ver nuestra vida entera tal vez nos aguarda el horror (o la satisfacción, o ambas, no seamos tremendistas).
Cuarto, los medios audiovisuales dependen de quién sea su espectador. Otro aserto que puede parecer obvio, pero que a la hora de juzgar parece no serlo. Tanto como un libro depende en una gran medida de su lector. Para los personajes de Caché los videos-amenazas suponen el desequilibrio, la mirada sobre lo inestable. Para alguien ajeno a ellos esos videos no significan sino una manera más de perder el tiempo. Para otros significa un modo de llenar el tiempo libre. Para nosotros una manera de nadar en vanas divagaciones. Solamente en un contexto determinado esas imágenes nos significan algo, las imágenes de por sí no contienen una realidad ni una verdad. Solamente por medio de una construcción dentro del video o la película, y según lo que el espectador entienda de ellos, en el cine hay significado.
Finalmente, para terminar esta reseña, que quizá no deba terminar, señalar esa imagen sobre la que no se ha escrito (hasta donde hemos leído): tras una hilera de autos parqueados se ve la entrada a unos cines. Arriba se ven unos carteles de algunas películas, no se ve mucho gente en las afueras. Así el cine va pasando, así a ratos la vida también va pasando.
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