sábado, 13 de octubre de 2007

El Partido: Nobel Vs. No-Nobel

Este es el momento del juego, en el que se dirime quién gana (no quién es el mejor, porque en ese punto los resultados no importan).

La Sra. Lessing saluda radiante mientras que la Sra. Duras reparte su sardónica y silente sonrisa para quién la alcanza a observar.

Gian Luigi Colina accedió a nuestra petición. Colina es el arbitro para este decisivo partido. Reúne a los capitanes en la mitad del campo: Thomas Mann algo remilgado extiende el brazo que estrecha con la de Nabokov. Thomas Mann le dice algo mientras Nabokov le responde sonriendo irónicamente. Aunque eso es poco después del escándalo que ha provocado (ha declarado públicamente que a excepción de Joyce, Kafka, Proust y Tolstoi; los No-Nobel son una partida de incompetentes para el fútbol, y también para la literatura evidentemente; a la pregunta de qué pensaba sobre el premio Nobel de literatura respondió que era la prueba palmaria de la idea de lo qué significa la literatura para alguien que ha inventado la dinamita). Colina hizo el sorteo de manera rápida, los No-Nobel realizarán el saque.

Perec ha entrado al campo con una bata de cirujano y un gato disecado. Colina le obliga a cambiarse de ropa y el gato va a una subasta que ganan fervorosos los herederos de Edgar Poe (sic).

Todos dispuestos en sus lugares. Colina les pide guardar un minuto de silencio. A Beckett le va muy bien, por él jugaría todo el partido en absoluto silencio; pero Proust impaciente ha encendido un cigarrillo con el rostro contraído. Colina da por terminado el minuto y da comienzo al juego. Tolstoi pasa el balón a Perec que hace una veintiuna durante unos segundos, Hemingway enfurecido lo tumba y por poco lo lesiona. Colina detiene el juego, advierte a Hemingway e inmediatamente deja proseguir el juego porque Joyce cobra a riesgo, con un largo pase alcanza a Tolstoi en la cabecera del área grande. Grass intenta arrebatarle el balón a Tolstoi, mas Tolstoi amaga, hace una finta y entre las piernas halla al silente Kafka de frente a la porteria, dubitativo se dispone a patear cuando Gide le levanta por detrás. ¡Penalti! Hemingway enfurecido le reclama a Colina, Thomas Mann lo separa y le pide que se callé; Faulkner niega con la cabeza y se sienta a un costado de la cancha. Joyce es el encargado de patear, a pesar de los ruegos de Perec que es convencido de desistir cuando Joyce le da un pequeño caleidoscopio.
Kipling se agazapa en el pórtico, palmea un poco sin nerviosismo; Joyce toma impulso y aguarda la señal del pito, Colina levanta el brazo, asiente con la cabeza, Joyce toma carrera, Kipling se lanza a su derecha, Joyce se detiene y golpea suavemente el balón hacia el costado izquierdo de la portería. Gol. 0 - 1

Beckett deja caer sus brazos pero García Márquez les pide que pongan una actitud positiva, lo que propicia las severas carcajadas de Gombrowicz que se ha disfrazado en el público. El trámite medio del primer tiempo se hace tedioso, Faulkner siempre intenta finalizar solo las jugadas, Hemingway se hunde entre Borges y Calvino y su propia rabia por no recibir el balón; García Márquez hace circular el balón sin ninguna productividad. Para colmo los No-Nobel han estado cerca del gol en 4 oportunidades más, en una Proust la despredicia por una innecesaria suma de amagues que permite a Eliot quitarle el balón, Joyce dispara un tira de media distancia que golpea en el travesaño, Perec tras dejar a Canetti en el camino golpea suavemente el balón que atrapa Kipling y en el ataque más despiadado Kafka y Tolstoi disparan sucesivamente 5 veces, dos veces devuelta por los palos, dos más por Kipling y una última detenida por Beckett. Sin embargo en un desborde de Gide se queda Pessoa que hasta entonces había sido espectador del partido (y en el fondo de su alma él siempre ha querido ser espectador), levanta un centro que Camus baja ante el desconcierto de Calvino, dispara a un angulo y aunque Nabokov alcanza a manotear el balón, entra golpeando el palo. Gol. 1 - 1

Colina señala el centro del campo. Entretiempo.

En ambos camerinos se respira tensión. Tratando de sorprenderlos cambio a Grass por Hesse, ambos en alemán pero el segundo un poco más ligero (un poco nada más). Marlowe regaña a Pessoa que en papel de Reis está dispuesto hacer lo que le manden; finalmente no decide hacer cambios. Salen a la cancha.

El segundo tiempo se va en un forcejeo fuerte. Thomas Mann quita balones pero usualmente no sabe qué hacer con ellos, Salinger parece más preocupado en tumbar al contrincante y Proust y García Márquez se pierden en jugadas insustanciales. Borges por poco permite un gol en contra al pasarle el balón a Nabokov, entre ambos se recriman acremente mientras Hemingway estrella el balón en el larguero. Kafka les pide calma, pero él parece el único nervioso. De pronto Salinger con un centro largo localiza a Tolstoi que habilita a Perec a espaldas de Eliot, Perec con el balón en la cabeza entra al arco ante la atónita mirada de Kipling. Gol. 1 - 2

El tiempo se agota. Faulkner ofendido pasa el balón a García Márquez, que con un pase milimétrico localiza a Hemingway; Borges no lo referenció creyendo que Calvino le marcaba; Hemingway a libertad fusila y marca. Gol. 2 - 2

Los nervios se apoderan de la tribuna. De pronto una turba acomete contra las mallas. Colina detiene el partido mientras las fuerzas del orden reducen a algunos poetas beatniks que se habían quedado en las inmediaciones. Entre el público se ve a un larguirucho y pálido hombre soñando con cosas extrañas, debe ser Lovecraft, aunque se retira sin que nadie le obligue a ello. Al mismo tiempo Colina expulsa del banco a Bolaño por fumar en sitio restringido y porque el cuarto árbitro lo señala como instigador de los desórdenes. Marlowe es desesperación pura. Manda dos cambios: Broch por Proust y Pound por Pessoa (que parece ya cambió de heterónimo). También le da instrucciones para que Conrad se proyecte más al ataque.

El partido se reanuda. Conrad en puro vértigo desborda hasta la línea final, lanza un centro que cabecea Tolstoi pero que salva providencialemte Canetti en la raya. Marlowe hace un último cambio desesparado. Saca a Perec que se ha puesto a construir un castillo con los banderines, y pone a Bernhard, agotando sus cambios. El cambio parece surtir efecto porque Bernhard saca a Thomas Mann de un solo paso (se debe recordar que Mann es muy pesado), hace una pared con Kafka y frente al portero define. Sin embargo el línea levanta la banderola. El gol es inválidado. Salinger enfurecido golpea con todas sus fuerzas a Beckett, que parece no reaccionar; García Márquez impresionado se pone a llorar mientras dice: "Nada en él merecía rencor. Estaba listo para los entrenamientos. El cuello y los muslos pelados y cárdenos, la cresta rebanada, el animal había adquirido una figura escueta, un aire indefenso." Nabokov molesto le conminó a callarse, ya era suficiente de melodramas sin más. Beckett salió en camilla y tuvo que ser reemplazado por Pirandello. También aproveché para cambiar a Camus por Coetzee. En las tribunas hay polémica, es muy ajustada la jugada y no sé puede afirmar ni negar que los jueces tengan razón

Colina reanudó una vez más. Faulkner sorprende con una pase a Gide que le da el balón a García Márquez quien centra con precisión para Hemingway sin marca en el área grande, Borges reclama porque está en claro fuera del lugar, sin embargo el juez de línea convalida la jugada y Hemingway define sin dificultad. Gol. 3-2
Salinger amenaza con un tubo (que nadie sabe de dónde sacó) a Colina que sin dilación lo expulsa. Ya no queda tiempo....

Colina añade 4 minutos frenéticos. Tolstoi intenta bañar a Kipling pero una vez más Canetti salva la papeleta, Joyce tras una genial jugada habilita a Bernhard que dispara un tiro que Kipling contiene con dificultad. Finalmente Pound recibe un largo servicio de Conrad y le sugiere una jugada a Tolstoi, mas como Pound lo hace en chino Tolstoi no entiende y queda en un fácil balón que Eliot recoge para que Faulkner le dé un pase a Coetzee que sufre la dura marca de Borges, Coetzee pasa de nuevo el balón a Faulkner que con un centro ubica a Hemingway (milagro) que de cabeza define. Gol. 4-2

Colina señala el centro. El público se divide entre chiflidos y ovaciones. Finalmente no sé sabe muy bien si celebran o reclaman. Dick sugiere en su reseña del partido que el nuevo proyecto de canón cultural está fuertemente a un proceso de dominación totalitaria, Hammett señala en la suya que hay pruebas de fraude que evidencian la corrupción que pulula en el seno del gremio de árbitros. Y un periodista recoge la reacción de Conrad tras finalizar el encuentro, "El Horror..." parece decir pero pronuncia peor (para nuestra sorpresa) que Marlon Brandon.

Marlowe y yo estamos muy decepcionados. Sabemos que no ganó el mejor. Sabemos que a la mayoría de personas les importa más los resultados. Sabemos que de cualquier manera los que amen el fútbol (y la literatura) siempre escogerán a aquel que juegue (y escriba) mejor (o verdadera literatura, lo que no significa escribir correctamente o escribir bonito simplemente). Eso del resultado, eso de los títulos y los trofeos, eso de los premios, siempre es algo puramente anecdótico.

1 comentario:

MrMarlowe dijo...

No había notado el error evidente: el arbitro se llama Pier Luigi. Todas estas semanas han estado aderazados por las ironías de Marlowe, aunque como el dice, ese nombre de Pedro Luis sólo tiene una sombra de musicalidad en italiano. Pero como siempre, cualquier error no tiene excusa, y es irremediable (o espero que no).