Desde hace mucho tiempo no es un problema tomar prestado sin permiso, es uno de los hábitos que ha hecho de nuestra sociedad lo que es. Sin embargo, de quién hemos tomado este fragmento es alguien a quien admiramos, y por tanto más que un plagio es una forma de tributo (que es lo que entienden algunas personas y varios "escritores" por plagio).
De "El Mal de Montano" de Enrique Vila-Matas, un consejo para escritores neófitos, especialmente para quienes aún piensan que es más importante ser autor que saber escribir:
ACERCA DE DESAPARECER
¿Hasta cuándo tendremos que oír comentarios de grandes escritores diciendo que escriben para no morir del todo? Ya sabemos de qué nos están pretenciosamente hablando, qué clase de inmortalidad manejan. Escuchemos un ejemplo de estas aspiraciones, oigamos a André Gide: "Las razones que me impulsan a escribir son múltiples y las más importantes son, me parece, las más secretas. Quizá sobre todo ésta: poner algo a resguardo de la muerte" (Diario, 27 de Julio de 1922). Se trata pues de escribir para no morir, confiarse a la supervivencia de las obras, esto es lo que acaso vincule con más fuerza al artista con su creación. El genio afronta la muerte, la obra es la muerte hecha vana o transfigurada o , según las palabras evasivas de Proust, hecha "menos amarga", "más digna" y "tal vez menos probable".
Pero ¿se puede seguir confiando o creyendo en una inmortalidad propia? Me interesa más el mundo del escritor Kafka, que no deseaba poner nada al abrigo de la muerte. Y es más, se dirigía a la capacidad de morir a través de la obra que escribía, lo que en realidad viene a significar que la obra kafkiana era ya de por sí una vivencia de la muerte -Kafka siempre fue un muerto en vida-, una vivencia que al parecer, si nos atenemos a lo que sugiere Kafka, sería preciso conocer de antemano para llegar a la obra, a la muerte. Más kafkiano, pero también más lúcido, imposible.
Prefiero la visión de Kafka a la Gide, nuestro afán debería centrarse en la necesidad de desaparecer en la obra. Si miramos con atención al mundo de hoy tan en transformación, veremos que lo que hace falta no es permanecer en "la eternidad perezosa de los ídolos" (que decía Blanchot), sino cambiar, desaparecer para cooperar en la transformación universal: actual sin nombre y no ser un puro nombre ocioso. Hoy eres Girondo y mañana Walser y tu nombre verdadero se pierde en el universo, quieres acabar con los mezquinos sueños de supervivencia de los escritores, quieres inscribirte con tus lectores en un mismo horizonte anónimo donde estableceríais por fin con la muerte una relación de libertad.
El Mal de Montano. Pág. 296-297
Enrique Vila-Matas
Editorial Anagrama
Y si de la lectura no sacas nada en claro, te damos este consejo: Aprende a leer, así tengas que leer el mismo libro un centenar de veces; al comenzar a entender te darás que la ficción y la realidad no son tan distintas, que la escritura no es simplemente una manera de ganar de dinero, sino de salvar la vida de vez cuando, salvarla hasta finalmente perderla.
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4 comentarios:
Las ganas de escribir, o mejor, la neesidad de escribir proviene de un extraño instinto de supervivencia, pero no para sobrevivir a la muerte, para sobrevivir a nuestras propias trajedias y de vez en cuando para matar el tiempo de otros.
*necesidad y *tragedia
Tampoco se debe leer la entrada al pie de la letra. Ese es un vicio que se tiene desde El Quijote (me molesta que se piense que El Quijote demuestra que hay que luchar por ideales aunque sea (visto como) ridículo, cuando la novela puede demostrar fácilmente lo contrario). En general estoy de acuerdo, Mr Red; solamente cuando hay necesidad de escribir se debe escribir. Evidentemente eso no es lo único suficiente para escribir buenos libros, pero no creo que sin eso pueda suceder. Y bueno, lo que pase después, eso no interesa en realidad
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