sábado, 15 de marzo de 2008

Mystery Train


En estos días Marlowe ha estado más melancólico de lo normal. Y es que a decir verdad han ocurrido una serie de eventos francamente desconcertantes. Aún no he podido redactar un recuento medianamente comprensible de lo sucedido, a pesar de que lo he tratado durante los últimos quince días.
Marlowe hace unos días destruyó sus famosas Aventuras comentadas, las fue arrancado una a una de su cuaderno para que se fueran directamente al albañal. Incluso en sus momentos de mayor debilidad recita malos poemas a Daisy etérea y sensual (y vaya a saber lo qué aquello significa), lo que más de una vez me ha hecho sentir avergonzado. Entretanto Liliana le prodiga atenciones sin olvidar elogiar sus desastrozas poesías (lo ha estado animando para que las publique en un libro). Siendo sincero la situación me empieza a hartar, de hecho desde unos días no los veo, prefiero descansar un poco de su pesadez.
Curiosamente a mi también me ha tocado el "oscuro velo" (metáfora plagiada al Marlowe que ahora ha decido volverse poeta) de la nostalgía, no tanto por extrañar a alguien, nostalgia más bien por ese algo indeterminado (e inexistente quizá) que tal vez se halle oculto tras todo esta desafortunada conjunción de elementos que son nuestras vidas (es decir, las de Liliana, Marlowe y mía).
Hoy hice un repaso de mis vagos recuerdos de la bella película de Jarmusch "Mystery Train". Recordé a esos personajes tan disímiles que andaban tan perdidos en el espacio como lo debe estar ahora el aura del Rey del Rock'n'roll. Recordé como en esa Memphis decadente aún debe andar Daisy tratando de mitigar su aburrimiento. Y aún me alcanzó el tiempo para recordar -aunque sea mejor escribir algo como "imaginar"- como muchos otros seguimos soñando con fantasmas, aunque un día fuesemos descreídos, de los que apenas alcanzamos a entender el sentido de sus casuales apariciones.
Después de tantos días lluviosos, y de que una suma de circunstancias parece darle toda la razón a esa hermosa película de Jarmusch, he llegado a la conclusión (probablemente errónea) de que de una manera u otra todas vivimos, en uno u otro momento de la vida, en una ciudad que se cae a pedazos como Memphis.

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